jueves, 21 de marzo de 2013

1 mes y 21 días...

Desde el 11 de Febrero mis emociones y sentimientos han sido una montaña rusa, pues he sentido una gran alegría y a la vez una profunda tristeza...

Todo comienza con que el avión se retrasa y volamos más tiempo de lo esperado, por lo que mi hermana y yo llegamos tarde y cansadas a la terminal del aeropuerto. Todavía nos quedaba pasar aduana, recoger la maleta lo que nos llevó casi una hora más, para poder conocer en persona a mi cuñado, y nos llevara a pasar mi primera noche fuera de mi isla a casa de mi hermana. Una vez salimos de la terminal, Manchester me recibió con un frío de esos que te hacen ver salir el vaho tu boca y sentir estremecer tu cuerpo. Al acostarme en la cama, mi cuerpo palpaba que no estaba en el mismo lugar de la noche anterior, mezclandose con el silencio sordo que percibía al alrededor de mi nuevo ámbito, así que relaje todo mi ser y dejé que el sueño me venciera...

Al mudarnos a la nueva casa, un barrio adorable y muy de película, me toco a mi el desempaquetado y la organización de la casa, así que estuve entretenida hasta que mi pareja y nuestra mascota se reunieron conmigo de nuevo (Habrá otro post sobre la empresa que nos trajo a nuestra mascota a UK y por la cuál le estamos muy agradecidos por el trato hacia nuestra mascota y los buenos precios que tienen).

Las sensaciones, y positivas, que tengo hasta ahora de este lugar son de gente muy amable que te ayudan en todo lo que pueden, educados y nada antipáticos, siempre se les ve con una sonrisa en la cara, aunque le digas tres veces que te repitan lo que te están diciendo. Aunque también las negativas me invaden, pues hay muchos momentos del día en los que no recuerde a los míos y los eche de menos, y ya sé que siempre estaré a unas horas de avión de verlos cuando quiera visitarlos, pero no es lo mismo que tener un almuerzo familiar un domingo o un asadero de un cumpleaños de algún querido amigo.

Mientras tanto y actualmente, me encuentro en toma de contacto y adaptación al clima, al entorno, la gente, el idioma, el oído y algún que otro resfriado también.



Sólo me queda despedirme con una bonita estampa de la primera nevada que he visto en lo que soy tal y como conscientemente me conozco...

¡Gracias por leerme!